La aparición de la noticia, en medios periodísticos de Buenos Aires, de la demolición anunciada del Palacio Stoessel es indicativo del contexto cultural en que nos hallamos inmersos los argentinos en general: un menos-precio, o por decirlo de un modo más elegante, un no aprecio de los bienes que se heredaron y que, casi con liviandad rayana en la in-conciencia (o, no-conciencia, que así suena más posmoderno, ¿no?) se permitirá legar al futuro de la ciudad de Esperanza la sola posibilidad de una foto amarillenta, una imagen digital y un comentario mas o menos benévolo de la ùltima etapa de decrepitud de la otrora impactante casona que, en medio de la pampa gringa remedó con éxito la imagen pomposa de los palacios y palacetes de la burguesía cosmopolita de Buenos Aires.
El Palacio Stoessel es una obra del patrimonio esperancino que debería ser protegida, puesta en valor, y, por sobre todo, conocida y amada por los pobladores para que, con el genuino orgullo de pertenecer a la primera colonia agrícola consolidada del país, sea mostrada y señalada como un ejemplo de la expresión cultural que, teniendo epicentro en la capital de la República se extendió hacia todos los puntos de esa Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX empeñada en desarrollar sus riquezas y potencialidades a fuerza de arado y mano de obra europea
Y a Esperanza le cabe el privilegio de tener una obra de arquitectura de ese “valor especial” y otros propios y locales que, más allá de banderías ideológicas, clama por un cambio de actitud de la comunidad frente a su condición de bien patrimonial.
“De buenas intenciones está sembrado el camino al infierno”, reza el refrán popular pero, con esta la buena intención de elevar una queja por la inminente destrucción del Palacio Stoessel, se pretende alertar sobre la determinación de colocar una piedra más en el “no hay vuelta atrás” del olvido y de la destrucción -en este archivo tangible de la arquitectura esperancina- de otra pieza fundamental para la historia regional, provincial y nacional. Porque, ¿alguien se acuerda del Palacio Lehmann?
Mgter.Arq. Rubén Osvaldo Chiappero
Director
Instituto de Historia, Teoría y Crítica
de Arquitectura y Patrimonio
Facultad de Arquitectura
No hay comentarios.:
Publicar un comentario