"El habitar convive con la fiesta, la ceremonia, la danza, el espectáculo escénico y el juego del niño... entre ellos se ubica satisfecho y se anima compartiendo gozos y llantos. Entre ellos, más de una vez, lo hallaremos en toda su pureza juvenil y podremos alentar su lozanía, vejada por tanto comercio. Quien no se arriesgue a ingresar al circulo mágico del área de veda para recibir en él, y con unción, el beso palpitante de la fábula, de la imagen encantada, del éxtasis heroico que puede aflorar entre las grietas de la rutina diaria y entre los intersticios de la economía y la técnica... quien no arriesgue su tranquilidad profesional en nombre de la pasión, no entenderá nada de todo esto. Porque el pensar-saber, el dibujar-hacer, el usar-habitar la arquitectura es eso precisamente".
Gastón Breyer
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