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martes, julio 22

El Jacarandá - Viaje al Vientre de la Arquitectura


Sobre la obra "El Jacarandá"
del Arq. Claudio Caveri.


La arquitectura pertenece a esos campos de la producción cultural en los que establecer afirmaciones definitivas supone al menos una iniciativa aventurada. La obra de Claudio Caveri invita a repensar los postulados establecidos y examinar la validez de las mediciones clásicas para la valoración de una obra.

La casa de ejercicios espirituales “El Jacarandá” (Reconquista, 1965) merece al menos dos aproximaciones preliminares, por un lado la circunstancia histórica de estampida del monólogo ético-formal del International Style que promovió la inevitable búsqueda de nuevos paradigmas cargados de alta experimentalidad, y por otro la derivación proyectual en la producción de Caveri a posteriori de una instancia tan ca
tegórica como resultó la Iglesia de Fátima (Caveri-Ellis, 1958). En El Jacarandá Caveri se despoja de las certidumbres obtenidas en aquella obra, sondea nuevas experiencias espaciales-formales en busca de una “manera apropiada” de pensamiento proyectual, configurándose como un actor elemental de la refundación local de la arquitectura de la segunda mitad de siglo.
Inaugura con esta obra una exploración en la que 40 años después todavía se encuentra, la averiguación sobre una arquitectura sin tiempo que brota de la aplicación de convencimientos ideológico-religiosos, prescindiendo de acomodados fisgoneos lingüísticos y de efectos estéticos perfectos. Más bien digamos que intenta ir al fondo de la arquitectura inventando una espacialidad compleja, difícil de referir sin la instancia de la fenomenolgía directa.Aproximarse a esta obra escondida en un recoveco secreto de la pampa santafesina resulta todo un viaje ritual. La imagen del conjunto devuelve un texto de una le
ctura inquietante, un sistema de grafías que se acomodan sobre el terreno, como entrándole a la llanura con determinación. Cubierta y paredes se ciñen en una misma entidad de formas albeadas. A pesar de que la cobertura de tejuelas cerámicas en el techo ha sido reemplazada por unas membranas asfálticas aún así persiste la evidencia de la innovación tecnológica. El resultado formal remite a referencias insondables de coordenadas temporales imprecisas.
El interior del conjunto se organiza en el marco de unas perspectivas complejas, no se vislumbra una tensión absoluta ni predominancia de eje alguno. Una red de recintos referenciables entre sí se sirven de unos patios que actúan como diltadadores de escala. Los corredores curvos, cueviformes y muy bajos organizan las circulaciones y sólo se amplifican dentro de la capilla y la sala de lectura hacia una espacialidad diferente en donde la cubierta se abulta hacia arriba, el piso desciende ligeramente y la luz se embute mediante efectos no literales: desde arriba por unas luceras, desde los costados por medio de unos filtros – ventanas y desde abajo mediante la utilización de un pavimento muy reflectante.El Jacarandá amerita regresar a las primeras preguntas sobre el significado del hacer arquitectónico, aquellas interrogaciones que se dirigen hacia lo esencial, hacia las entrañas de este desafío denominado arquitectura.¿Es posible evaluar una obra como El Jacarandá a partir de un sistema canónico de valores? Proporción, escala, composición, contexto… ¿Sobre qué paradigma situarnos para ensayar análisis arquitectónico alguno? Forma, función, belleza, perfección…. Todos estos atributos resultan insuficientes.

Arq. Javier Mendiondo - Docente Arquitectura IV y Urbanismo- FA-UCSF


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http://www.arqatravel.com.ar/63a.htm

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